por Ayn Rand
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1. ¿Cuál es el problema básico en el mundo hoy?
El
problema básico en el mundo hoy es elegir entre dos principios:
Individualismo y Colectivismo. El Individualismo mantiene que el hombre
posee derechos inalienables que no le pueden ser arrebatados por ningún
otro hombre, ni por cualquier número, grupo o conjunto de hombres. Por
lo tanto, cada hombre existe por su propio derecho y para su propio
bien, no para el bien del grupo.
El Colectivismo mantiene que el hombre
no tiene derechos; que su trabajo, su cuerpo y su personalidad
pertenecen al grupo; que el grupo puede hacer con él lo que quiera, de
la forma que quiera, por cualquier motivo que el grupo haya decidido que
es su propio bien. Por lo tanto, cada hombre existe sólo por permiso
del grupo y para el beneficio del grupo.
Estos
dos principios son las raíces de dos sistemas sociales opuestos. El
problema básico del mundo hoy en día es la elección entre estos dos.
2. ¿Qué es un sistema social?
Un
sistema social es un código de leyes que los hombres observan para que
sea posible la convivencia entre ellos. Dicho código debe tener un
principio básico, un punto de partida, de lo contrario no puede ser
elaborado. El punto de partida es la pregunta:
¿Es el poder de la sociedad limitado o ilimitado?
El
Individualismo responde: el poder de la sociedad está limitado por los
derechos individuales e inalienables del hombre. La sociedad sólo puede
crear leyes que no violen estos derechos.
El
Colectivismo responde: el poder de la sociedad es ilimitado. La sociedad
puede crear las leyes que desee e imponérselas a cualquier uno en la
forma que desee.
Ejemplo:
bajo un sistema de Individualismo, un millón de hombres no pueden
dictar una ley que disponga matar a un hombre, en beneficio de quienes
legislan. Si a pesar de todo lo matan, están violando la ley – que
protege su derecho a la vida – y son castigados.
Bajo un
sistema de Colectivismo, un millón de hombres (o cualquiera que alegue
representarlos) pueden dictar una ley que disponga matar a un hombre (o a
cualquier minoría), siempre que ellos crean que se beneficiarían con su
muerte. El derecho a vivir de ese individuo no se reconoce.
Bajo el
Individualismo, es ilegal matar a un hombre y es legal que él mismo se
proteja. La ley está de parte de un derecho. Bajo el Colectivismo, es
legal que la mayoría mate a un hombre y es ilegal que éste se defienda.
La ley está de parte de un número.
En el primer caso, la ley representa un principio moral.
En el
segundo caso, la ley representa la idea de que no hay principios
morales, y que los hombres pueden hacer lo que les plazca, siempre que
sean lo suficientemente numerosos.
Bajo un
sistema de Individualismo, los hombres son iguales ante la ley en todo
momento. Cada uno tiene los mismos derechos, da igual que se encuentre
solo o que esté acompañado por otro millón de hombres.
Bajo un
sistema de Colectivismo, los hombres tienen que juntarse en grupos unos
contra otros – y el que pertenezca al grupo más grande en un momento
dado tiene todos los derechos, mientras que el perdedor (el individuo o
la minoría) no tiene ninguno. Cualquier hombre puede ser un amo absoluto
o un esclavo indefenso – dependiendo del tamaño de su cuadrilla.
Un ejemplo del primer sistema: los Estados Unidos de América (véase la Declaración de Independencia).
Un ejemplo del segundo sistema: La Rusia soviética y la Alemania nazi.
Bajo el
sistema soviético, millones de campesinos o “kulaks” fueron exterminados
por ley, una ley que se justificaba con el pretexto de que era para
beneficiar a la mayoría, la cual el grupo gobernante afirmaba que era
anti-kulak. Bajo el sistema nazi, millones de judíos fueron exterminados
por ley, una ley que se justificaba con el pretexto de que era para el
beneficio de la mayoría, la cual, según afirmaba el grupo gobernante,
era anti-semita.
La ley
soviética y la ley nazi fueron el resultado inevitable y consistente del
principio de Colectivismo. Cuando se aplica en la práctica, un
principio que no reconoce ni la moralidad ni los derechos individuales
no puede resultar en nada más que brutalidad.
Ten en
cuenta esto cuando trates de decidir cuál es el sistema social
apropiado. Tienes que empezar por contestar la primera pregunta. O el
poder de la sociedad es limitado, o no lo es. No puede ser ambas cosas.
3. ¿Cuál es el principio básico de los Estados Unidos?
El principio básico de los Estados Unidos de América es el Individualismo.
América fue construida sobre el principio de que el Hombre posee Derechos Inalienables;
•que estos derechos le pertenecen a cada hombre como individuo – no a “hombres” como grupo o colectivo;
•que
estos derechos constituyen el patrimonio incondicional, privado,
personal e individual de cada hombre – no el patrimonio público, social y
colectivo de un grupo;
•que estos derechos le son otorgados al hombre por el hecho de su nacimiento como hombre – no por una acción de la sociedad;
•que el
hombre goza de estos derechos, no por la colectividad, ni para la
colectividad, sino contra la colectividad – como una barrera que la
colectividad no puede traspasar;
•que estos derechos constituyen la protección del hombre contra todos los demás hombres;
•que sólo en base a estos derechos pueden los hombres tener una sociedad de libertad, justicia, dignidad humana y decencia.
La
Constitución de los Estados Unidos de América no es un documento que
limita los derechos del hombre – sino un documento que limita el poder
de la sociedad sobre el hombre.
4. ¿Qué es un derecho?
Un derecho es la protección a la acción independiente. Un derecho es aquel que puede ser ejercido sin permiso de nadie.
Si tú
existes solamente porque la sociedad te permite existir – entonces no
tienes derecho a tu propia vida. Un permiso puede ser revocado en
cualquier momento.
Si,
antes de emprender alguna acción, tienes que obtener el permiso de la
sociedad, no eres libre, te sea concedido ese permiso o no. Solamente un
esclavo actúa bajo permiso. Un permiso no es un derecho.
No
cometas el error, en este punto, de pensar que un trabajador es un
esclavo y que él mantiene su empleo por permiso de su patrón. No lo
mantiene por permiso, sino por contrato, es decir, por un acuerdo mutuo y
voluntario. Un trabajador puede dejar su empleo. Un esclavo no puede
hacerlo.
5. ¿Cuáles son los derechos inalienables del hombre?
Los derechos inalienables del hombre, son: la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad.
El
Derecho a la Vida significa que el hombre no puede ser privado de su
vida en beneficio de otro hombre ni de ningún número de otros hombres.
El
Derecho a la Libertad significa el derecho del Hombre a la acción
individual, a la elección individual, a la iniciativa individual y a la
propiedad individual. Sin el derecho a la propiedad privada no hay
acción independiente posible.
El
Derecho a la Búsqueda de la Felicidad significa el derecho del Hombre a
vivir para sí mismo, a elegir lo que constituye su propia felicidad
privada, personal e individual, y a procurar conseguirla, siempre que él
respete ese mismo derecho en los otros. Significa que el Hombre no
puede ser forzado a dedicar su vida a la felicidad de otro hombre ni a
la de cualquier número de otros hombres. Significa que la colectividad
no puede decidir cuál ha de ser el objetivo de la existencia de un
hombre ni prescribir la elección de su felicidad.
6. ¿De qué forma respetamos los derechos de los otros?
Puesto
que el Hombre tiene derechos individuales inalienables, esto significa
los mismos derechos son disfrutados por cada hombre, por todos los
hombres, en todo momento. Por consiguiente, los derechos de un hombre no
pueden y no deben violar los derechos de otro.
Por
ejemplo: un hombre tiene derecho a vivir, pero no tiene el derecho a
quitarle la vida a otro. Tiene derecho a ser libre, pero no el derecho a
esclavizar a otro. Tiene derecho a buscar su propia felicidad, pero no
el derecho a decidir que esta felicidad se base en la miseria (o el
asesinato, o el robo o la esclavitud) de otro. El propio derecho en
virtud del cual él actúa, determina el mismo derecho de otro hombre y le
sirve de guía para saber lo que él puede hacer o no hacer.
No
cometas el error del ignorante que creen que un Individualista es un
hombre que dice: “Haré lo que me venga en gana a costa de todos los
demás”. Un Individualista es un hombre que reconoce los derechos
individuales inalienables del hombre – los suyos propios y los de los
otros.
Un
Individualista es un hombre que dice: “No voy a gobernar la vida de
nadie – ni voy a dejar que nadie gobierne la mía. No voy a dominar ni
ser dominado. No seré amo ni esclavo. No me sacrificaré por nadie, ni
sacrificaré a nadie por mí”.
Un Colectivista es un hombre que dice: “¡Juntémonos, camaradas… y entonces cualquier cosa vale!”.
7. ¿Cómo determinamos si un derecho ha sido violado?
Un
derecho no puede ser violado excepto por la fuerza física. Un hombre no
puede privar a otro de su vida, ni esclavizarlo, ni impedirle buscar su
felicidad, si no es usando la fuerza contra él. Siempre que se le
obligue a un hombre a actuar sin su propio consentimiento libre,
personal, individual y voluntario, su derecho ha sido violado.
Por lo
tanto, podemos trazar una línea divisoria bien definida entre los
derechos de un hombre y los de otro. Es una división objetiva – no
sujeta a diferencias de opinión, ni a la decisión de la mayoría, ni a
los decretos arbitrarios de la sociedad. Ningún hombre tiene el derecho a
iniciar el uso de la fuerza física contra otro hombre.
La regla
de conducta práctica en una sociedad libre, en una sociedad de
Individualismo, es simple y bien definida: no puedes esperar ni exigir
ninguna acción de otro hombre, excepto con su consentimiento libre y
voluntario.
Que
nadie se deje engañar en este punto por un viejo truco Colectivista que
dice así: no existe la libertad absoluta, de ninguna manera, puesto que
no eres libre de asesinar; la sociedad limita tu libertad al no
permitirte asesinar; por lo tanto, la sociedad tiene el derecho de
limitar tu libertad de cualquier forma que crea conveniente; por lo
tanto, olvídate de la ilusión de libertad – libertad es lo que la
sociedad decide que sea.
No es la
sociedad, ni ningún derecho social, lo que te prohíbe matar – sino el
derecho individual inalienable de otro hombre a vivir. Esto no es un
“término medio” entre dos derechos – sino una línea divisoria que
preserva ambos derechos intactos. La división no se deriva de un edicto
de la sociedad – sino de tu derecho individual inalienable. La
definición de este límite no es establecida arbitrariamente por la
sociedad – sino que está implícita en la definición de tu propio
derecho.
Dentro de la esfera de tus propios derechos, tu libertad es absoluta.
8. ¿Cuál es la función apropiada del gobierno?
La
función apropiada del gobierno es proteger los derechos individuales del
hombre; esto significa proteger al hombre contra la fuerza bruta.
En un
sistema social adecuado, los hombres no utilizan la fuerza unos contra
otros; la fuerza sólo puede ser usada en defensa propia, es decir, en
defensa de un derecho violado por la fuerza. Los hombres delegan en el
gobierno el poder de usar la fuerza como retaliación, y solamente como
retaliación.
El tipo
de gobierno apropiado no inicia el uso de la fuerza. Usa la fuerza
solamente para responder a aquellos que han iniciado su uso. Por
ejemplo: cuando el gobierno arresta a un criminal, no es el gobierno
quien viola un derecho; es el criminal el que ha violado un derecho, y
al hacerlo se ha situado fuera del principio de los derechos, donde los
hombres no tienen otro recurso contra él más que el empleo de la fuerza.
Pero es
importante recordar que todas las acciones definidas como criminales en
una sociedad libre son acciones que implican el uso de la fuerza, y sólo
tales acciones son respondidas con la fuerza.
No os
dejéis confundir por expresiones chapuceras como: “un asesino comete un
crimen contra la sociedad”. No es a la sociedad a la que el asesino
asesina, sino a un hombre individual. No es un derecho social el que él
quebranta, sino un derecho individual. Él no es castigado por lesionar a
una colectividad. No ha lesionado a toda una colectividad: ha lesionado
a un hombre. Si un criminal le roba a diez hombres, sigue no siendo a
la “sociedad” a quien le ha robado, sino a diez individuos. No hay
“crímenes contra la sociedad”, todos los crímenes se cometen contra
hombres específicos, contra individuos. Y es precisamente el deber de un
sistema social adecuado y de un gobierno adecuado, el proteger a un
individuo contra un ataque criminal: contra la fuerza.
Cuando,
sin embargo, un gobierno se convierte en el iniciador de la fuerza, la
injusticia y la corrupción moral ocasionadas son verdaderamente
indescriptibles.
Por
ejemplo: cuando un gobierno Colectivista le ordena a un hombre a
trabajar y lo ata a un empleo bajo pena de muerte o prisión, es el
gobierno el que está iniciando el uso de la fuerza. El hombre no ha
ejercido violencia contra nadie – pero el gobierno emplea la violencia
contra él. No hay ninguna justificación posible para semejante proceder,
en teoría. Y no hay otro resultado posible en la práctica – excepto la
sangre y el terror que puedes observar en cualquier país Colectivista.
La
perversión moral implicada aquí es esta: Si los hombres no tuvieran
gobierno ni sistema social alguno, tendrían que subsistir puramente por
medio de la fuerza y luchar unos contra otros en cualquier caso de
desacuerdo; en tal situación, un hombre podría tener una probabilidad
justa contra otro hombre: pero no tendría probabilidad alguna contra
otros diez. No es contra un individuo que el hombre necesita protección,
sino contra un grupo. Y a pesar de todo, en semejante estado de
anarquía, aunque cualquier pandilla mayoritaria intentaría hacer lo que
quisiera, una minoría aún podría plantarles cara valiéndose de cualquier
medio disponible. Y la pandilla no podría imponer su dominio por mucho
tiempo.
El
Colectivismo está un nivel más abajo que la anarquía salvaje: le quita
al hombre incluso la oportunidad de defenderse. Hace que la violencia
sea legal, y la resistencia a ella, ilegal. Le otorga la sanción de ley a
la fuerza bruta organizada de una mayoría (o de cualquiera que alegue
representarla), y convierte a la minoría en un impotente e indefenso
objeto de exterminio. Si puedes pensar en una perversión de la justicia
más malvada que esta, indícala.
En la
práctica, en realidad, cuando una sociedad Colectivista viola los
derechos de una minoría (o de un hombre individual) el resultado es que
la mayoría pierde también sus derechos, y se encuentra en manos del
poder total de un pequeño grupo que gobierna puramente por medio de la
fuerza bruta.
Si
quieres entender y tener muy clara en tu mente la diferencia entre el
uso de la fuerza como represalia (como es usado por el gobierno de una
sociedad Individualista) y el uso de la fuerza como política primaria
(como es usado por el gobierno de un la sociedad Colectivista), aquí
tienes el ejemplo más sencillo de ello: es la misma diferencia que entre
un asesino y un hombre que mata en defensa propia. El tipo apropiado de
gobierno actúa bajo el principio de auto-defensa del hombre. Un
gobierno Colectivista actúa como un asesino.
9. ¿Puede haber un sistema social “mixto”?
No puede
haber un sistema social que sea una mezcla de Individualismo y
Colectivismo. Una de dos, o los derechos individuales son reconocidos en
una sociedad, o no lo son. No pueden ser reconocidos a medias.
Lo que
pasa con frecuencia, sin embargo, es que una sociedad basada en el
Individualismo no tiene el valor, la integridad y la inteligencia de
atenerse a su propio principio de forma consistente en todas sus
aplicaciones prácticas. Por ignorancia, cobardía o apatía mental, esa
sociedad dicta leyes y acepta reglamentaciones que contradicen su
principio básico y que violan los derechos del hombre. En la medida de
tales violaciones, la sociedad comete injusticias, perversidades y
abusos. Si estas infracciones no se corrigen, la sociedad se hunde en el
caos del Colectivismo.
Cuando
veas una sociedad que reconoce los derechos del hombre en algunas de sus
leyes pero no en otras, no la consideres un sistema “mixto” y no
concluyas que un término medio entre principios básicos, opuestos en
teoría, puede ser viable en la práctica. Tal sociedad no funciona;
simplemente se está desintegrando. La desintegración lleva tiempo. Nada
se derrumba en pedazos súbitamente – ni un cuerpo humano ni una sociedad
humana.
10. ¿Puede una sociedad existir sin un Principio Moral?
Mucha
gente hoy día tiene la pueril noción que la sociedad puede hacer lo que
le plazca; que los principios son innecesarios, que los derechos son
sólo una ilusión y que la conveniencia es la guía práctica a la acción.
Es
verdad que la sociedad puede abandonar los principios morales y
convertirse en un rebaño corriendo ciegamente hacia su destrucción. Así
como es verdad que un hombre puede degollarse en cualquier momento que
desee hacerlo. Pero un hombre no puede hacer eso si desea sobrevivir. Y
la sociedad no puede abandonar los principios morales si espera existir.
La sociedad consiste en un
gran número de hombres que viven juntos en el mismo país y que se
relacionan entre sí. A menos que haya un código moral definido y
objetivo, que los hombres comprendan y observen, éstos no tienen manera
de tratar unos con otros – ya que ninguno puede saber lo que puede
esperar de su vecino. El hombre que no reconoce moralidad alguna es un
criminal; no puedes hacer nada al tratar con un criminal, salvo tratar
de romperle el cráneo antes de que él te lo rompa a ti. No hay ningún
otro lenguaje, no existen otras normas de conducta aceptadas mutuamente.
Hablar de una sociedad sin principios morales es proponer que los
hombres vivan juntos como criminales.
Todavía observamos, por
tradición, tantos preceptos morales, que los damos por descontados y no
nos damos cuenta de cuántas acciones son posibles en nuestra vida
diaria, gracias a los principios morales. ¿Por qué es seguro el que
puedas entrar en una tienda atestada de gente, hacer una compra y salir
de nuevo? La multitud a tu alrededor necesita mercancías también; la
multitud podría fácilmente dominar a las pocas vendedoras, saquear la
tienda y quitarte tus bolsas así como tu billetera. ¿Por qué no lo
hacen? No hay nada que los detenga y nada que te proteja – excepto el
principio moral de tu derecho individual a la vida y a la propiedad.
No cometas el error de
pensar que las multitudes se refrenan simplemente por el miedo a la
policía. No habría suficientes policías en el mundo si los hombres
creyeran que es correcto y práctico el saquear. Y si los hombres
creyeran esto, ¿por qué los agentes de policía no podrían creerlo
también? ¿Quiénes, entonces, serían los policías?
Además, en una sociedad Colectivista el deber de la policía no es proteger tus derechos, sino violarlos.
Ciertamente sería lo
conveniente para la multitud saquear la tienda – si aceptamos la
conveniencia del momento como una regla de acción válida y apropiada.
Pero, ¿cuántas tiendas, cuántas fábricas, granjas u hogares tendríamos, y
por cuánto tiempo, bajo esta norma de la conveniencia?
Si descartamos la
moralidad y la sustituimos por la doctrina Colectivista del poder
ilimitado de la mayoría, si aceptamos la idea de que la mayoría puede
hacer lo que le plazca, y que cualquier cosa hecha por una mayoría está
bien, porque la hace una mayoría (siendo ésta la única norma del bien y
el mal), ¿cómo pueden aplicar los hombres esto en la práctica a su vida
real? ¿Quién es la mayoría? Con relación a cada hombre en particular,
todos los demás hombres son miembros potenciales de esa mayoría que
puede destruirlo a voluntad en cualquier momento. Entonces, cada hombre y
todos los hombres se convierten en enemigos; cada uno tiene que temer y
sospechar de todos los demás; cada uno debe tratar de robar y asesinar
primero, antes de que le roben y lo asesinen a él.
Si crees que esto no es
más que teoría abstracta, échale una mirada a Europa para tener una
demostración práctica. En la Rusia soviética y en la Alemania nazi, los
ciudadanos privados hicieron el trabajo más detestable de la G.P.U. y de
la Gestapo, espiándose unos a otros, entregando a sus propios parientes
y amigos a la policía secreta y a las cámaras de tortura. Este fue el
resultado en la práctica del Colectivismo en teoría. Esta fue la
aplicación concreta de ese depravado y vacío slogan Colectivista que les
parece tan altisonante a los que no piensan: “El bien común está por
encima de los derechos individuales”.
Sin derechos individuales, ningún bien común es posible.
El Colectivismo, que
coloca al grupo por encima del individuo y les dice a los hombres que
sacrifiquen sus derechos para el bien de sus hermanos, acaba en una
situación en la que los hombres no tienen más alternativa que temer,
odiar y destruir a sus hermanos.
Paz, seguridad,
prosperidad, cooperación y buena voluntad entre los hombres, todas estas
cosas consideradas socialmente deseables, sólo son posibles en un
sistema de Individualismo, en el que cada hombre está seguro de poder
ejercer sus derechos individuales y tiene la certeza de que la sociedad
está ahí para proteger sus derechos, no para destruirlos. Entonces cada
hombre sabe lo que puede o no puede hacerles a sus vecinos, y lo que sus
vecinos (ya sea uno o un millón de ellos) pueden o no pueden hacerle a
él. Entonces es libre de tratar con ellos como amigo y como igual.
Sin un código moral, ninguna sociedad humana apropiada es posible.
Sin el reconocimiento de los derechos individuales, ningún código moral es posible.
11. ¿Es “el mayor bien para el mayor número” un Principio Moral?
“El mayor bien para el mayor número” es uno de los slogans más corrompidos que se le han impuesto a la humanidad.
Este slogan no tiene
ningún significado concreto y específico. No hay forma de interpretarlo
con benevolencia, pero sí muchas formas en que se puede utilizar para
justificar los actos más depravados.
¿Cuál es la definición de
“el bien” en este slogan? Ninguna, excepto: lo que sea bueno para el
mayor número. ¿Quién, en cada caso específico, decide lo que es bueno
para el mayor número? Por supuesto, el mayor número.
Si consideras esto moral,
tendrías que estar de acuerdo con los siguientes ejemplos, que son
aplicaciones exactas de este slogan en la práctica: que cincuenta y uno
por ciento de la humanidad esclavice al otro cuarenta y nueve; que nueve
caníbales hambrientos se coman al décimo; que una turba de linchamiento
asesine a un hombre al que consideran peligroso para la comunidad.
Habían setenta millones de
alemanes en Alemania y seiscientos mil judíos. El mayor número (los
alemanes) apoyaba al gobierno nazi, que les decía que su mayor bien
estaría servido exterminando al menor número (los judíos) y
arrebatándoles su propiedad. Este fue el horror conseguido en la
práctica por un slogan malvado aceptado en teoría.
Pero, podrías decir, la
mayoría en todos estos ejemplos tampoco obtuvo un verdadero beneficio
para sí misma. No, no lo obtuvo. Porque “el bien” no se determina
contando números y no se logra sacrificando el uno al otro.
Los insensatos creen que
este slogan implica algo vagamente noble y virtuoso, que les dice a los
hombres que se sacrifiquen por el mayor número de los otros. Si así
fuera, ¿debería el mayor número de hombres estar dispuesto a ser
virtuoso y sacrificarse al menor número, que sería tan malvado como para
aceptar el sacrificio? ¿No? Bueno, entonces, ¿debería el menor número
ser virtuoso y sacrificarse al mayor número, que sería malvado?
Los que no piensan asumen
que cada hombre que pregona este slogan se coloca generosamente dentro
del menor número, para ser sacrificado al mayor número. ¿Y por qué
debería hacerlo? No hay nada en el slogan que le ordene proceder así. Es
mucho más probable que trate de colocarse dentro del mayor número y
empiece a sacrificar a los demás. Lo que el slogan le dice en realidad
es que no tiene opción, excepto robar o ser robado, aniquilar o ser
aniquilado.
La maldad de este slogan
reside en lo que implica: que “el bien” de una mayoría debe ser logrado a
costa del sufrimiento de una minoría; que el beneficio de un hombre
depende del sacrificio de otro.
Si aceptamos la doctrina
Colectivista de que el hombre existe sólo para los demás, entonces es
verdad que cada placer del que disfruta (o cada bocado que come) es
malvado e inmoral si otros dos hombres lo desean. Pero, sobre esta base,
los hombres no pueden comer, ni respirar, ni amar. Todo eso es egoísta.
(¿Y qué pasa si otros dos hombres quieren a tu esposa?). Los hombres no
pueden convivir en absoluto, y no pueden hacer nada más que acabar
exterminándose unos a otros.
Solamente en base a los
derechos individuales se puede definir y lograr el bien, sea privado o
público. Solamente cuando cada hombre es libre de existir por sí mismo –
sin sacrificar a otros para él, ni siendo sacrificado para otros – sólo
entonces es cada hombre libre de trabajar para el mayor bien que pueda
lograr para sí mismo, por su propia decisión y por su propio esfuerzo. Y
la suma total de dichos esfuerzos individuales es el único tipo posible
de bien social y general.
No creas que lo contrario
de “el mayor bien para el mayor número” es “el mayor bien para el menor
número”. Lo contrario es: el mayor bien que él puede lograr por su
propio y libre esfuerzo, para cada hombre vivo.
Si eres un Individualista y
deseas preservar el estilo de vida americano, la mayor contribución que
puedes hacer es descartar de una vez por todas, de tu manera de pensar,
de tus discursos, y de tu adhesión, el slogan vacío de “el mayor bien
para el mayor número”. Rechaza cualquier argumento, impugna cualquier
propuesta que sólo tenga este slogan para justificarla. Se trata de una
mina explosiva. Se trata de un precepto de Colectivismo puro. No puedes
aceptarlo y decir que eres un Individualista. Decide. Es lo uno o lo
otro.
12. ¿El motivo cambia la naturaleza de una dictadura?
El distintivo de un hombre honesto, a diferencia de un Colectivista, es que quiere decir lo que dice y sabe lo que quiere decir.
Cuando decimos que
afirmamos que los derechos individuales son inalienables, debemos querer
decir exactamente eso. Inalienables quiere decir que no los podemos
quitar, suspender, infringir, restringir o violar: nunca, en ningún
momento, ni por ningún motivo, sea el que sea.
No puedes decir “el hombre
tiene derechos inalienables excepto en tiempo de frío y un martes sí y
otro no”, así como tampoco puedes decir que “el hombre tiene derechos
inalienables salvo en caso de emergencia” o “los derechos del hombre no
pueden ser violados a menos que sea para un buen fin”.
O los derechos del hombre
son inalienables o no lo son. No puedes decir algo como
“medio-inalienable” y considerarte honesto o en tu sano juicio. Cuando
empiezas a poner condiciones, reservas y excepciones, está admitiendo
que hay algo o alguien por encima de los derechos del hombre que puede
violarlos a voluntad. ¿Quién? Por supuesto, la sociedad – es decir, la
colectividad. ¿Por qué razón? Por el bien de la colectividad. ¿ Quién
decide cuándo los derechos deben ser violados? La colectividad. Si esto
es lo que crees, vete al lado que te corresponde y admite que eres un
Colectivista. Y entonces acepta todas las consecuencias que el
Colectivismo implica. Aquí no hay término medio. No se puede estar en la
procesión y repicando al mismo tiempo. No estás engañando a nadie más
que a ti mismo.
No te escondas detrás de
frases hechas que no significan nada, como la de “un término medio”.
Individualismo y Colectivismo no son dos costados del mismo camino, con
un sendero seguro en el centro para ti. Son dos caminos que van en
direcciones opuestas. Uno lleva a la libertad, a la justicia, y a la
prosperidad; el otro, a la esclavitud, al horror y a la destrucción. La
elección está en tus manos.
La creciente difusión del
Colectivismo por todo el mundo no se debe a ninguna habilidad especial
de los Colectivistas, sino al hecho de que la mayor parte de la gente
que se opone a ellos, en realidad también cree en el Colectivismo. Una
vez que un principio es aceptado, no es el hombre que está convencido a
medias, sino el hombre resuelto el que ganará; no es el hombre menos
consecuente en aplicarlo, sino el hombre que es más consecuente. Se
empiezas una carrera diciendo: “Tengo intención de correr solamente los
primeros 10 metros”, el hombre que dice: “Voy a correr hasta la línea de
meta”, va a ganarte. Cuando dices: “Quiero violar los derechos humanos
apenas muy poquito”, el comunista o el fascista que dice: “Yo voy a
destruir todos los derechos humanos”, te derrotará y ganará. Tú le has
abierto el camino.
Al permitirse a sí mismos
esta deshonestidad y evasión inicial, los hombres han caído ahora en una
trampa Colectivista, sobre la cuestión de si una dictadura es correcta o
no. La mayor parte de la gente condena la dictadura de la boca para
afuera. Pero muy pocos adoptan una actitud definitiva y reconocen a la
dictadura por lo que es: una maldad absoluta en cualquier forma que sea,
ejercida por quien sea, en favor de quien sea, dondequiera que sea, en
todo momento, y con cualquiera finalidad.
Mucha gente se enzarza en
una especie de regateo indecente sobre las diferencias entre una “buena
dictadura” y una “mala dictadura”; sobre los motivos, las causas, o las
razones que hacen apropiada una dictadura. La pregunta “¿Quieres una
dictadura?” ha sido sustituida por los Colectivistas por la siguiente
pregunta: “¿Qué clase de dictadura quieres?” Ellos pueden darse el lujo
de dejarte discutir de ahí en adelante: ya han conseguido su objetivo.
Mucha gente cree que una
dictadura es terrible si es “por un mal motivo”, pero que está muy bien y
es hasta deseable si es “por un buen motivo”. Los simpatizantes del
comunismo (que generalmente se consideran a sí mismos “humanitarios”)
proclaman que los campos de concentración y las cámaras de torturas son
malas cuando se usan “egoístamente”, “en beneficio de una raza”, como
hizo Hitler, pero que son absolutamente nobles cuando se usan
“desinteresadamente”, “en beneficio de las masas”, como hizo Stalin. Los
simpatizantes del fascismo (que generalmente se consideran a sí mismos
“realistas” empedernidos), proclaman que el látigo y los capataces de
esclavos son imprácticos cuando se usan “ineficientemente”, como en
Rusia, pero que son realmente prácticos cuando se usan “eficientemente”,
como en Alemania.
(Y sólo como un ejemplo de
adónde te conducirá en la práctica el principio equivocado, observa que
los “humanitarios”, que están tan preocupados por aliviar el
sufrimiento de las masas, aprueban, en Rusia, un estado de miseria tal
para toda la población, como nunca las masas han tenido que soportar en
ningún momento de la historia. Y los duros “realistas”, que se jactan
ansiosamente de ser prácticos, aprueban, en Alemania, el espectáculo de
un país devastado en la ruina total, el resultado final de una dictadura
“eficiente”.)
Cuando entras a discutir
sobre lo que es una “buena” o una “mala” dictadura, has aceptado y
aprobado el principio de la dictadura. Has aceptado una premisa de
maldad total – de tu derecho a esclavizar a otros por lo que tú crees
que es bueno. A partir de ahí, es sólo cuestión de quién va a dirigir la
Gestapo. Nunca podrás llegar a un acuerdo con tus correligionarios
Colectivistas sobre cuál es una “buena” causa para emplear la brutalidad
y cuál es una “mala” causa. Tu definición favorita puede que no sea la
de ellos. Tú podrías alegar que es bueno matar a los hombres solamente
en beneficio de los pobres; algún otro podría afirmar que es bueno matar
a los hombres solamente en beneficio de los ricos; tú podrías afirmar
que es inmoral matar a alguien, excepto a los miembros de cierta clase;
otro podría alegar que es inmoral matar a alguien, excepto a los
miembros de cierta raza. En lo que todos estaréis de acuerdo es en
matar. Y eso es todo lo que vais a conseguir.
Una vez que propugnas el
principio de la dictadura, está invitando a todos los hombres a hacer lo
mismo. Si ellos no quieren tu tipo específico o no les gusta tu “buen
motivo”, ellos no tienen más opción que aplastarte rápidamente y
establecer su propio tipo preferido de dictadura por su propio “buen
motivo”, de esclavizarte antes de que tú los esclavice a ellos. Una
“buena dictadura” es una contradicción en términos.
El asunto no es: ¿Con qué fin es bueno esclavizar a los hombres? El asunto es: ¿Es correcto esclavizar a los hombres o no?
Hay una corrupción moral
atroz al decir que una dictadura se puede justificar por un “buen
motivo” o por un “motivo desinteresado”. Todas las tendencias brutales y
criminales que la humanidad ha aprendido a reconocer como malvadas e
impracticables – durante siglos de una lenta salida de la barbarie – se
han refugiado ahora detrás del rótulo de lo “social”. Muchos hombres
creen ahora que está mal robar, asesinar, y torturar en beneficio
propio, pero que es virtuoso hacerlo en beneficio de otros. Tú no puedes
darle rienda suelta a la violencia en provecho propio, dicen, pero
adelante, hazlo sin titubear si es en provecho de otros. Quizás la
afirmación más repugnante que uno pueda oír es: “Desde luego, Stalin ha
matado a millones, pero es justificable, ya que fue en beneficio de las
masas”. El Colectivismo es el último reducto de la barbarie en las
mentes de los hombres.
Nunca consideres a los
Colectivistas como “idealistas sinceros, aunque engañados”. La
proposición de esclavizar a algunos hombres en beneficio de otros no es
un ideal; la brutalidad no es “idealista”, no importa cuáles sean sus
fines. Nunca digas que el deseo de “hacer el bien” por la fuerza es un
buen motivo. Ni el afán de poder ni la estupidez son buenos motivos.
1 comment:
--Lo siento mi español no es suficiente para responder en ese idioma, pero...
You make you point well, and in great detail, but I still think you have created a false dichotomy. The choice is not really between individualism and collectivism - as soon as you pick out what you call inalienable rights, you have made a collective decision. The facts of human history are that we have always lived in groups with mutual obligations and always sought to maximize our individual prospects in that context.
In practice, the role of governments has always been to protect some rights - usually the property rights of the rulers - at the expense of everybody else. The US made a radical break with much of history by asserting rights beyond property, but that assertion was an assertion of collective will and cannot be enforced except by collective will. Libertarians may imagine differently, but they ignore history and human nature.
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