Friday, July 22, 2011

El crecimiento, la caída y el crecimiento del precio del oro


La gráfica del día

El crecimiento, la caída y el crecimiento del precio del oro

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Escrito por Carlos Lopez el 18 de julio de 2011 con 4 comentarios

Culpables

Siempre es sorprendente la enorme diferencia entre los hechos y lo que cada cual interpreta sobre ellos. Por ejemplo, esta secuencia no parece ser tan misteriosa:

Se descubre que Grecia ha mentido, sus cifras de deuda y déficit son horribles, eso genera desconfianza hacia otros países de la €zona cuyo déficit en 2009 fue de dos dígitos. Nadie quiere deuda griega y no puede afrontar sus pagos, Europa le presta dinero pero no es suficiente porque sigue gastando mucho más de lo que ingresa. España pega un giro a su política económica en mayo de 2010 y se centra en la austeridad por lo que mejora, por el contrario Irlanda liga la solvencia del país a la salvación de su sistema financiero y fracasa, por lo que también necesita ayuda europea. Portugal, por sus escasos recursos y su amplia deuda, se ve afectada por este miedo del inversor y también solicita un rescate. Grecia no cumple los acuerdos a los que se comprometió para recibir los fondos pero amenaza con la quiebra si no se le presta más lo que pone nerviosos a todos…y Europa en principio accede a un segundo rescate. (aquí se puede ver con más detalle: Grecia: cronología de la crisis) Últimamente, se especula que Portugal también necesitará un nuevo rescate y empieza a pesar como una losa en el ánimo de los inversores la enorme deuda pública de Italia…

Sin embargo, las dudas acerca de la solvencia de algunos países europeos iniciadas hace más de año y medio también tienen otra historia, la de los culpables:

Siempre es sorprendente la enorme diferencia entre los hechos y lo que cada cual interpreta sobre ellos. Por ejemplo, esta secuencia no parece ser tan misteriosa:

Se descubre que Grecia ha mentido, sus cifras de deuda y déficit son horribles, eso genera desconfianza hacia otros países de la €zona cuyo déficit en 2009 fue de dos dígitos. Nadie quiere deuda griega y no puede afrontar sus pagos, Europa le presta dinero pero no es suficiente porque sigue gastando mucho más de lo que ingresa. España pega un giro a su política económica en mayo de 2010 y se centra en la austeridad por lo que mejora, por el contrario Irlanda liga la solvencia del país a la salvación de su sistema financiero y fracasa, por lo que también necesita ayuda europea. Portugal, por sus escasos recursos y su amplia deuda, se ve afectada por este miedo del inversor y también solicita un rescate. Grecia no cumple los acuerdos a los que se comprometió para recibir los fondos pero amenaza con la quiebra si no se le presta más lo que pone nerviosos a todos…y Europa en principio accede a un segundo rescate. (aquí se puede ver con más detalle: Grecia: cronología de la crisis) Últimamente, se especula que Portugal también necesitará un nuevo rescate y empieza a pesar como una losa en el ánimo de los inversores la enorme deuda pública de Italia…

Sin embargo, las dudas acerca de la solvencia de algunos países europeos iniciadas hace más de año y medio también tienen otra historia, la de los culpables:

El primer gran culpable que circuló por los medios, incluso por algunos supuestamente serios, se basaba en que todo era un ataque al Euro. Se citaba como cierta una cena entre grandes hedge funds en territorio anglosajón en la que todos se pusieron de acuerdo para debilitar nuestra divisa. Todo puede ser aunque personalmente la idea de que competidores por el mismo negocio puedan compartir sus estrategias y, es más, tomar una decisión común direccional, me pareció fruto de personas que no conocían el funcionamiento de los mercados pero es que además, quedó claro que el debilitamiento del € era algo positivo para Europa puesto que ayudaba a su principal economía, la alemana, a ser más competitiva en sus exportaciones. Así que el supuesto “ataque” era más bien una ayuda.

También circuló, siguiendo con la teoría de los ataques al euro, el argumento de que era una estrategia para atraer a los inversores hacia la deuda británica y norteamericana ya que, efectivamente, estos países se veían beneficiados por los problemas de la €zona. Es cierto que por una búsqueda de seguridad -que se le supone a estos dos países que nunca han tenido una suspensión de pagos- podían emitir deuda ofreciendo una menor rentabilidad pero eso supondría que el culpable era ¿Bernanke, Obama…? Porque si era cierto tendría que haber habido una acción coordinada de la FED y Banco de Inglaterra o directamente de los presidentes de ambos países, conspirando juntos para abaratar el coste de las subastas de bonos. Difícil de creer, más cuando se juega con fuego puesto que –como hemos visto en la €zona- no hay gobierno ni banco central que pueda frenar un contagio por lo que resultaría una estrategia muy peligrosa que además ha resultado ser muy negativa para los bancos de ambos países.

Además se dijo que, puesto que Alemania es el país de la €zona con más volumen de deuda a emitir, los problemas de la “periferia” le beneficiaban para poder colocarla a mejor precio. Desde luego si fue culpable se le fue de las manos muy pronto porque en mayo de 2010 tuvo que desembolsar mucho dinero para evitar la suspensión de pagos en Grecia, algo que ha seguido haciendo y que, de hecho, es el mayor riesgo económico al que se enfrenta el país germano: que sus acreedores “periféricos” no puedan afrontar sus pagos. Por ejemplo, Alemania aportó 5.500 millones a Grecia de los 12.000 totales de la última ayuda.

Incluso se llegó a comentar que era un complot –yo lo escuché en un programa de TV- contra los únicos países que en Europa aún tenían gobiernos socialistas (Grecia, Portugal y España), fabulación que cayó cuando la derechista Irlanda pidió rescate antes incluso que Portugal y, como estamos viendo por el caso italiano, nada tiene que ver.

Por supuesto también los medios recibieron culpas, en el caso de España se llegó a concluir que era una campaña de fuera buscando socavar la confianza en la solvencia de nuestro país. Sí que es cierto que se dijeron y se insinuaron muchas acusaciones en el Financial Times Deutschland o en el Wall Street Journal sin fundamento pero las mayores mentiras que se dijeron sobre la solvencia de España –y nunca retiradas- vinieron de medios españoles como dar por hecho que la FED y el FMI nos iba a rescatar o afirmar que cierto día nadie podía colocar deuda pública española ni al 18% -algo que un profesional del mercado nos confirmó que era falso- e incluso hubo quien presumió de conocer con exactitud la conversación privada que Obama y ZP tuvieron un día y en la que el jefe de estado norteamericano le decía a nuestro presidente que España estaba en quiebra… hasta ese punto llegaron. Lo que sí pasó es que ciertos medios encontraron un filón en el amarillismo para conseguir relevancia, y eso fue común en todos los países, y en concreto en España se mezcló con politiqueo. Jugar con la solvencia para obtener réditos políticos es muy peligroso e irresponsable porque puede ocurrir como acaba de pasar en Portugal: cambian los gobiernos pero la desconfianza es la misma. En cualquier caso la influencia de los grandes medios europeos se vio limitada al corto plazo, y en el caso de los españoles, apenas al sentimiento general, porque los grandes inversores los obvian.

También se echó la culpa a los “especuladores” que, por ejemplo, “apostaban contra España”. No se puede medir la influencia de éstos porque no sabemos cuántos de los que “vendieron España” en realidad simplemente desinvertían lo que en su día invirtieron. De todos modos las cifras demostraron que en 2010 aumentó el número de extranjeros –hasta superar el de nacionales- que poseían deuda pública española por lo que parece que fueron inversores internos, buscando liquidez y menor riesgo, los que deshicieron y/o no renovaron posiciones inversoras.

También se exageró el poder de algunos productos como los CDS cuando lo cierto es que si no hubiera un seguro contra posibles quiebras, habría que inventarlo…y un producto nunca es culpable, sino quien lo maneja y quien permite su opacidad (políticos y bancos centrales). En cualquier caso, la evolución de los CDS a mi juicio –que puede ser equivocado- ha sido una consecuencia y no una causa del movimiento y lo cierto es que muy poca deuda soberana está cubierta con este producto al que quizás damos demasiado importancia.

Por supuesto se achacó responsabilidad a las agencias de rating, que evidentemente sí la tuvieron en la calificación de ciertas emisiones hipotecarias norteamericanas al principio de la crisis pero en esta ocasión han actuado casi sobre seguro y después de que los inversores ya hubieran emitido su juicio. ¿Cómo se puede calificar a un emisor que debe pagar el 20% para poder colocar bonos a 2 años? Obviamente han podido errar pero más bien han ido a remolque y han constatado con sus “letras” lo que era obvio: la pérdida de solvencia de algunos emisores. Yo soy crítico con las agencias porque creo su juicio está sesgado y comparando cómo actúan con unos países y cómo actúan con otros, parece que existen favoritismos pero los que últimamente les critican por calificar tan negativamente a países con respaldo económico de la UE parecen olvidar que Grecia, que en teoría tenía todo ese apoyo desde mayo 2010, está al borde de la quiebra, provocando con ello fuertes pérdidas a inversores privados y públicos.

El caso es que por supuesto se pueden diversificar mucho las culpas ya que los errores han sido múltiples y variados. Tampoco podemos ignorar que el propio diseño de la €zona impide desde acciones rápidas por la necesidad de consenso a medidas que otros países han podido utilizar como la devaluación o la “creación” de dinero. Personalmente soy muy crítico con la actuación de los políticos de la UE y para mi no hay duda que, si no todos, alguno de los culpables citados –y seguro me he olvidado de alguno- tienen responsabilidad en el empeoramiento de la solvencia de algunos miembros de la €zona. Eso sí, creo no debemos olvidar la principal causa de todo este problema, que no la única pero sí la que tiene el porcentaje más alto de culpa, y que a mi juicio está en que determinados países –y sus bancos, empresas y ciudadanos- se han endeudado muy por encima de sus posibilidades y han entrado en una peligrosa dinámica de gastar mucho más de lo que ingresaban, y por ello son/somos los principales responsables. Todo lo demás suma (o mejor dicho, resta) pero para mi el factor clave es ese.

Se elevan a 20 los muertos en un tiroteo

Se elevan a 20 los muertos en un tiroteo en un campamento juvenil en una isla noruega

Un hombre disfrazado de policía accedió al recinto y comenzó a disparar indiscriminadamente contra los asistentes al encuentro de las juventudes socialdemócratas al que tenía que asistir el primer ministro

Barcelona. (Redacción y agencias).- Un hombre disfrazado de policía ha matado al menos a veinte personas en un campamento estival para jóvenes en la isla de Utöya, cercana a la capital noruega, según informa la agencia Reuters. El autor de los disparos -según algunas informaciones un hombre de 1,90 de estatura y apariencia nórdica- ya ha sido detenido. Un testigo noruego ha asegurado a la cadena de televisión estatal NRK que ha visto al menos 20 cadáveres después del tiroteo.

Al acto asistían en torno a 700 personas, la mayoría jóvenes de entre 14 y 18 años, según fuentes gubernamentales. El propio jefe del Ejecutivo, Jens Stoltenberg, tenía previsto precisamente visitar mañana el citado campamento. El mandatario, en todo caso, ha hecho esta declaración desde un lugar no revelado por razones de seguridad.

Al parecer, un hombre ha llegado al recinto y, tras identificarse como un policía que acudía al centro por motivos de seguridad en relación con el atentado en la capital, ha comenzado a disparar indiscriminadamente a los asietentes a la reunión, organizada por el Partido Laborista.

Tras no confrimarlo en un primer momento, la Policía apunta a que hay una relación entre este incidente y el atentado ocurrido esta tarde en Oslo.

No matéis al euro

Crisis económica

No matéis al euro

En medio de los rescates, los asfixiantes presupuestos de austeridad y los agresivos mercados de bonos, muchos comienzan a decir que los días de la moneda única están contados. Pero un colapso del euro supondría costes técnicos, económicos y políticos sin precedentes, según The Economist.

Los mercados de bonos se han tomado a broma el rescate de 85.000 millones de euros (113.000 millones de dólares) ofrecido a Irlanda el 28 de noviembre. Los intereses han subido no sólo para Irlanda sino también para Portugal, España, Italia e incluso Bélgica. El euro ha caído (otra vez).

A medida que se suceden los rescates chapuceros, pierden credibilidad las solemnes declaraciones de los líderes de la Unión Europea de que la ruptura de la moneda única es impensable e imposible. Muchos están comenzando a cuestionar la supervivencia del euro.

En contra está el argumento de que los ciudadanos europeos no pueden seguir viviendo bajo su yugo. En la periferia de Europa, algunos desearían ahorrarse los años de asfixiante austeridad que podrían hacer falta para que los sueldos y los precios vuelvan a ser competitivos.

¿Escapar antes de que sea tarde?

En el núcleo dominado por Alemania, están hartos de pagar por la irresponsabilidad de otros y temen que, como acreedores, sufrirán las consecuencias si el Banco Central Europeo (BCE) infla las deudas de los rezagados. En el fondo está la sospecha de que este es un drama que la eurozona podría estar condenada a vivir una y otra vez. ¿Por qué no salir de ella ahora?

La historia financiera está plagada de sucesos que pasaron a ser de impensables a inevitables de la noche a la mañana. Gran Bretaña abandonó el patrón oro en 1931. Argentina abandonó su paridad con el dólar en enero de 2002. Sin embargo, el colapso del euro acarrearía unos costes técnicos, económicos y políticos sin precedentes (véase el artículo).

La ruptura podría producirse de dos maneras. Uno o varios de los países más débiles (Grecia, Irlanda, Portugal, tal vez España) podrían abandonarlo, presumiblemente para devaluar su nueva moneda. O bien Alemania, tal vez en compañía de Holanda y de Austria, podría decidir abandonar de una vez el euro y restaurar el marco alemán, el cual a su vez se revaluaría.

En ambos casos, los costes serían enormes. Para empezar, las dificultades técnicas de reintroducir una moneda nacional, reprogramar los ordenadores y las máquinas expendedoras, acuñar la moneda e imprimir los billetes son numerosas.

Con el euro, hicieron falta tres años de preparación. Cualquier insinuación de que un país débil está a punto de abandonar el euro provocaría una retirada masiva de los depósitos, lo que debilitaría aún más a unos bancos ya con problemas. El resultado sería la imposición de controles de capital y tal vez límites en la retirada de dinero de los bancos, lo cual a su vez asfixiaría el comercio. Los países salientes quedarían marginados de las finanzas internacionales tal vez durante años, lo que agravaría la carencia de fondos de sus economías.

Los exportadores alemanes, beneficiados por la estabilidad del euro

Las cuentas serían a penas mejores si quien escapara del euro fuera Alemania. De nuevo, habría retiradas masivas de depósitos en Europa cuando los depositantes quisieran huir de los países más débiles, lo que llevaría a la reintroducción de controles de capital. Aun cuando los bancos alemanes ganaran depósitos, sus importantes activos en la eurozona quedarían devaluados: recordemos que Alemania es el principal acreedor del sistema. Por último, los exportadores alemanes, que han sido los principales beneficiarios de la mayor estabilidad de la moneda única, protestarían al verse una vez más atados a un marco alemán en rápida revaluación.

Si desde un punto de vista económico el proyecto de la salida del euro resulta dudoso, desde uno político se corre el riesgo de iniciar una reacción en cadena que pusiera en peligro el tejido del mercado único y la propia UE. La UE y el euro han sido los puntos de referencia de Alemania en la posguerra. Si Alemania abandonara la moneda, con graves costes para ella misma y dejando al resto de la eurozona a su suerte, su compromiso con la UE quedaría seriamente en duda.

Si saliera del euro un país más débil, poniendo en peligro no sólo a los bancos europeos sino también a la moneda, se convertiría en un paria que exporta sus problemas a sus vecinos. Tras la imposición de los controles de capital, los mercados financieros europeos quedarían muy tocados y sería difícil preservar el comercio transfronterizo europeo. El colapso del mercado único, que tanto ha contribuido a unir Europa, se convertiría en una amenaza para la UE.

Por más que algunos países lamenten ahora haberse sumado al euro, abandonarlo no tiene sentido. Pero el hecho de que el euro deba sobrevivir no significa que vaya a hacerlo. Y, a menos que los líderes europeos se muevan más y más rápido, no lo hará.

El desmantelamiento sería demasiado costoso

Los líderes europeos han sido lentos y tímidos en su respuesta a las presiones de los mercados. Los casos de Grecia y ahora de Irlanda les han obligado a realizar rescates a regañadientes. Sólo muy tardíamente han reconocido que algunos países no sólo necesitarán préstamos puente para pagar sus deudas, sino que tal vez no sean capaces de hacerlo. Eso significa que alguna consecuencia negativa tendrá que haber para los tenedores de bonos.

Para que el euro sobreviva, los países acreedores deben dar más ayuda a los países deficitarios. Podrían hacerlo de forma directa o bien el BCE podría dar liquidez a los bancos o comprar bonos del gobierno antes de que caigan demasiado. El BCE ya ha dado signos de que podría empezar a hacer otra vez esto último.

Alemania detesta la idea de prestar más ayuda a países deudores (ver artículo), de ahí su lentitud en aceptar los rescates y su insistencia en penalizar a los tenedores de bonos. Su escasa disposición a sufragar a los débiles y a los derrochadores es comprensible; pero la alternativa es peor.

La ruptura del euro no es impensable, pero sí tiene un coste elevado. Con su rechazo a afrontar la posibilidad de que tal cosa pueda ocurrir, los líderes europeos no están tomando las medidas necesarias para evitarlo.

El hombre que fastidió a todo un país

El hombre que fastidió a todo un país

Sonríe, y el mundo te sonreirá. Silvio Berlusconi durante su aparición habitual como invitado en el show "Porta a Porta" (Puerta a Puerta), de la TV nacional.

Sonríe, y el mundo te sonreirá. Silvio Berlusconi durante su aparición habitual como invitado en el show "Porta a Porta" (Puerta a Puerta), de la TV nacional.

AFP

En casi veinte años de carrera política, de los cuales diez en el poder, Silvio Berlusconi ha marcado profundamente su país. En un momento en el que su aura personal se desvanece, The Economist afirma que la herencia del Cavaliere "va a ensombrecer a Italia durante los próximos años", en un artículo muy comentado desde Italia.

Silvio Berlusconi tiene muchos motivos para sonreír. A sus 74 años, ha creado un imperio de medios de comunicación que le ha convertido en el hombre más rico de Italia. Ha dominado la política desde 1994 y ya es el primer ministro que más años lleva en el cargo desde Mussolini. Ha sobrevivido a las innumerables predicciones de su marcha inminente. Pero a pesar de sus éxitos personales, ha sido un desastre como líder nacional por tres motivos.Dos de estos motivos son bien conocidos. El primero es la escabrosa saga de sus fiestas sexuales “Bunga Bunga”, a consecuencia de una de las cuales se produjo el indecoroso espectáculo de ver cómo se sentaba un primer ministro ante un tribunal en Milán, acusado de pagar por tener sexo con una menor. El juicio por el escándalo "Rubygate" no sólo mancilló la imagen de Berlusconi, sino también la de su país.

Por muy vergonzoso que haya sido el escándalo sexual, su impacto en la función de Berlusconi como político ha sido limitado. Sin embargo, durante mucho tiempo hemos denunciado su segundo fallo: sus chanchullos financieros. A lo largo de los años, se le ha juzgado más de diez veces por fraude, contabilidad falsa o soborno. Se han dictado condenas en varios de los casos, pero quedaron sin efecto porque los enrevesados procedimientos que acabaron en juicio vencieron según la ley de prescripción, modificada al menos en dos ocasiones por el propio Berlusconi.

Aunque ahora está claro que ni su complicada historia sexual ni su dudoso historial empresarial deben ser los motivos fundamentales por los que los italianos consideren a Berlusconi como un fracaso desastroso e incluso maligno. Un tercer defecto ha sido el peor con diferencia: su total desinterés ante la situación económica de su país. Quizás debido a la distracción por sus líos jurídicos, en casi nueve años como primer ministro no ha sabido ni remediar ni reconocer la grave debilidad económica de Italia. El resultado es que dejará tras de sí un país en una situación atroz.

Una enfermedad crónica, no aguda

Esta sombría conclusión podría sorprender a los que estudian la crisis del euro. Gracias a la estricta política fiscal del ministro de finanzas de Berlusconi, Giulio Tremonti, hasta ahora Italia ha escapado de la ira de los mercados. Es Irlanda y no Italia la I de los países denominados PIGS (junto a Portugal, Grecia y España). Italia evitó la burbuja inmobiliaria y sus bancos no acabaron en la bancarrota. El empleo se mantuvo: la tasa de desempleo es del 8%, en comparación con el índice superior al 20% de España. El déficit presupuestario en 2011 será del 4% del PIB, en contraposición al 6% de Francia.

Pero estas cifras tranquilizadoras son engañosas. El mal económico de Italia no es agudo, sino que se trata de una enfermedad crónica que corroe lentamente su vitalidad. Cuando las economías europeas retroceden, la de Italia retrocede aún más, cuando crecen, la italiana crece menos. Sólo Zimbabue y Haití registraron un crecimiento del PIB más bajo que Italia en la década hasta 2010. De hecho, el PIB per cápita en Italia en realidad descendió. Debido a la falta de crecimiento, a pesar de la acción de Tremonti, la deuda pública sigue siendo de un 120% del PIB, la tercera mayor en el mundo rico. Esta situación es aún más preocupante dado el rápido envejecimiento de la población de Italia.

La baja tasa de desempleo oculta algunas variaciones bruscas. Un cuarto de los jóvenes, sobre todo en las regiones del sur deprimido, no tienen trabajo. El índice de empleo femenino en la población activa es del 46%, el más bajo de Europa Occidental. Una combinación de baja productividad y salarios altos está minando la competitividad. Italia ocupa la posición 80 en el índice “Doing Business” del Banco Mundial, por debajo de Bielorrusia y Mongolia, y el puesto 48 en las clasificaciones de competitividad del Foro Económico Mundial, por detrás de Indonesia y Barbados.

Esos mimados políticos italianos

Mario Draghi, gobernador saliente del Banco de Italia, explicó en detalle la situación en un contundente discurso de despedida (antes de tomar las riendas del Banco Central Europeo). Insistió en que la economía necesita desesperadamente grandes reformas estructurales. Señaló el estancamiento de la productividad y criticó las políticas gubernamentales que “no logran fomentar, sino que a menudo dificultan, el desarrollo de Italia”.

Todos estos aspectos están empezando a afectar a la elogiada calidad de vida de Italia. Las infraestructuras cada vez se encuentran más desgastadas. Los servicios públicos se estiran al máximo. El medio ambiente sufre. Los ingresos reales se encuentran, en el mejor de los casos, estancados. Los ambiciosos jóvenes italianos están saliendo del país en tropel, dejando el poder en manos de una élite envejecida y desfasada. Hay pocos europeos que desprecien tanto a sus mimados políticos como los italianos.

Cuando este diario denunció por primera vez a Berlusconi, muchos empresarios italianos contestaron que sólo su pícaro descaro empresarial les ofrecía la posibilidad de modernizar la economía. Ahora nadie lo afirma. En lugar de ello, ponen la excusa de que él no tiene la culpa, sino que la tiene su país, que no se puede reformar.

Los empresarios pagarán caros sus placeres

Pero la noción de que el cambio es imposible no sólo es una actitud derrotista, sino que además está equivocada. A mediados de la década de los noventa, diferentes gobiernos italianos, desesperados para no quedar fuera del euro, lograron aplicar algunas reformas impresionantes. Incluso Berlusconi ha logrado en alguna ocasión aprobar algunas medidas de liberalización en medio de sus distintas batallas jurídicas. Podría haber conseguido mucho más si hubiera empleado su amplio poder y su popularidad para hacer algo más que proteger sus propios intereses. La Italia empresarial pagará caro por sus placeres.

¿Y qué ocurrirá si los sucesores de Berlusconi son tan negligentes como él? La crisis del euro está obligando a Grecia, Portugal y España a aplicar medidas estrictas a pesar de la protesta popular. A corto plazo, será doloroso; a largo plazo, debería aportar un nuevo impulso a las economías periféricas. Algunos además recortarán probablemente la carga de su deuda mediante reestructuraciones. Una Italia sin reformar y estancada, con una deuda pública que superaría el 120% de su PBI, se revelaría como el país más rezagado de la eurozona. ¿El culpable? Berlusconi, que sin duda seguirá sonriendo.

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